Invisibles, ubicuos y cada vez más presentes: los microplásticos contaminan aguas, suelos y alimentos. Este 5 de junio, Día Mundial del Medioambiente, Chile pone el foco en un contaminante cada vez más extendido—y ya imposible deionorar
Difíciles de detectar, pero imposibles de ignorar, los microplásticos se han convertido en uno de los contaminantes más duraderos y extendidos del planeta. Están presentes en el aire, el agua, el suelo, los alimentos e incluso en nuestros propios cuerpos. Se trata de fragmentos menores a 5 milímetros, provenientes de envases, fibras textiles, redes de pesca y productos cosméticos. Su permanencia en el ambiente es tal que ya han sido hallados en lugares tan remotos como el hielo marino antártico.
Esa presencia extendida comienza a medirse con más precisión en Chile. Desde Puerto Montt hasta Concepción, la expedición científica Centinela I, liderada por la Universidad San Sebastián, detectó concentraciones de entre 10.000 y 80.000 partículas de microplásticos por kilómetro cuadrado en zonas costeras. El equipo recolectó muestras en desembocaduras de ríos y mar abierto, revelando que la contaminación por microplásticos no es un fenómeno aislado, sino generalizado. “El hallazgo en todas las zonas muestreadas revela que estamos frente a un contaminante omnipresente, capaz de viajar grandes distancias debido a su flotabilidad y lenta degradación”, explica Karla Pozo, investigadora de la Facultad de Ingeniería de la USS.
Más allá de la contaminación ambiental, los resultados de Centinela I tienen implicancias directas para la seguridad alimentaria. “Estos microplásticos pueden estar siendo ingeridos por el zooplancton, que es la base de la cadena trófica marina. Desde ahí podrían afectar a peces que luego consumimos”, advierte Pozo. Además de los posibles riesgos para la salud humana, la investigadora alerta sobre el impacto económico que esto podría tener en la pesca artesanal.
Lo que contamina la tierra también lega al plato
El impacto de los microplásticos no se restringe al océano. En suelos agrícolas de las regiones de Maule y Ñuble, estudios de la Facultad de Agronomía y el Centro de Biotecnología de la Universidad de Concepción han detectado entre 80 a 100 partículas de microplásticos por kilo de tierra, tanto en sistemas de cultivo orgánico como convencional de frutilla.
Aunque no existe aún un estándar internacional que indique cuántas partículas serían aceptables —ya que es un campo de investigación emergente—, se trata de niveles significativos para un entorno agrícola, donde en condiciones naturales no debieranestar presentes. “Estas partículas, que pueden alcanzar dimensiones microscópicas, afectan directamente el crecimiento de las plantas. Hemos observado una disminución de hasta un 27% en su altura, así como menor volumen de raíces, menos flores y menos biomasa aérea”, señala Mauricio Schoebitz, investigador del Centro de Biotecnología de la U. de Concepción. Pero los efectos no terminan ahí. Schoebitz explica que los microplásticos también alteran la biodiversidad microbiana del suelo —clave para la fertilidad— y pueden facilitar la acumulación de pesticidas, antibióticos y metales pesados en sus superficies. “Si son lo suficientemente pequeños, incluso pueden ingresar por las raíces y acumularse dentro de las plantas, lo que plantea un riesgo potencial para la cadena alimentaria”, advierte.
La Antártica bajo la lupa del plástico invisible
Investigaciones lideradas por Rodolfo Rondón, del Instituto Antártico Chileno (INACH), han encontrado presencia de microfibras y fragmentos plásticos en la almeja antártica Laternula elliptica. Esta especie vive enterrada en el fondo marino y se alimenta filtrando grandes volúmenes de agua, por lo que actúa como una suerte de “centinela ecológica”: al hacerlo, también acumula los contaminantes presentes en su entorno. En las muestras analizadas, se encontró contaminación en el 100% de los ejemplares por microfibras y en más del 80% por microfragmentos. “Esto representa solo la punta del iceberg”, advierte Rondón. Los análisis se centraron en partículas mayores a 300 micrones, pero los efectos más graves se asocian a fragmentos aún más pequeños
—capaces de atravesar membranas celulares— conocidos como nanoplásticos.
Según investigaciones lideradas por Rodolfo Rondón, el krill antártico —eslabón clave en la cadena alimentaria marina del sur— puede fragmentar microplásticos y transformarlos en nanoplásticos, lo que agrava el problema. En estudios de laboratorio realizados por su equipo, se ha observado que el nanopoliestireno altera la expresión de genes en las branquias de las almejas, especialmente aquellos vinculados al metabolismo y la respuesta antioxidante.Las implicancias van más allá de una sola especie. “Los organismos que filtran el agua están acumulando estos contaminantes, lo que puede alterar su nutrición y funcionamiento fisiológico, con consecuencias en cascada para otras especies de la trama trófica”, concluye. Esa red incluye al krill, peces, pingútinos, focas y ballenas, todas interconectadas por relaciones alimentarias que dependen del equilibrio de los organismos más pequeños.
Una ciencia con alcance global
No solo desde sus costas: Chile aporta evidencia clave para entender los efectos más invisibles —y potencialmente más dañinos— de esta crisis ambiental. Martín Thiel, académico de la Universidad Católica del Norte y fundador del programa Científicos de la Basura, pionero en involucrar a escolares y comunidades en el monitoreo de residuos marinos, señala que “hemos identificado las fuentes, que son nacionales, pues toda la basura viene del mismo Chile, y hay una comunidad científica investigando los impactos. Lo que falta son estudios de monitoreo, socioeconómicos, microplásticos y soluciones sustentables”, hace un llamado de atención.
Desde su perspectiva, retomar medidas como los sistemas de envases retornables y fomentar productos reutilizables sería clave para recuperar el terreno perdido. “Esto podría catapultar a Chile a un lugar de liderazgo e innovación. Hemos perdido ese liderazgo, y ahora los países vecinos nos han superado en la reducción de la contaminación con plástico”, afirma.
Una de las instituciones que ya está avanzando en esa dirección es el Instituto Antártico Chileno, que colabora con el Organismo Internacional de Energía Atómica para desarrollar metodologías de medición y trazabilidad de microplásticos. Su trabajo contribuye a posicionar a Chile en la red internacional de vigilancia ambiental, con foco en ecosistemas extremos como la Antártica.
Sin embargo, mientras las investigaciones avanzan, el país enfrenta una brecha regulatoria. En Chile, como en la mayoría de las naciones, no existe una normativa que establezca límites o protocolos para la presencia de microplásticos en el agua, el suelo o los alimentos. Aunque falta camino para dimensionar por completo sus efectos, la ciencia chilena ya ha dado pasos decisivos para visibilizar este contaminante invisible. El desafío hoy no es solo científico, sino también político y ciudadano.
Creditos: Ceina Iberti – Diario La Tercera
Con Distinción Máxima fue calificado Daniel Sebastián Sepúlveda Méndez, quien recientemente se tituló como Ingeniero Agrónomo de nuestra Facultad.
Daniel, presentó su investigación denominada, “Impacto del uso de biocarbón como estabilizador de guano de gallina ponedora en la calidad de guano y emisión de gases”.
El objetivo de su tesis fue evaluar el potencial estabilizador de guanos de gallina ponedora mediante la incorporación de biocarbón en la dieta y en el guano.
La comisión examinadora estuvo integrada por los docentes: Leandro Paulino (Presidente), Pamela Williams (Profesora Guía), Susana Fischer (Profesora examinadora) y Neal Stolpe (Profesor examinador).
La profesora guía de Daniel Sepúlveda, Dra. Pamela Williams manifestó que, “las emisiones de gases de efecto invernadero en los sistemas ganaderos, es un foco de atención y preocupación. Es necesario contar con estrategias sustentables de manejo que permitan disminuir las emisiones. Por esto surge la opción de usar biocarbón de residuos agropecuarios, como estrategia de manejo de guanos y camas de animales como gallinas ponedoras. En este sentido, el uso de biocarbón de paja de trigo sobre el guano de gallinas ponedoras, mostró resultados prometedores en la retención de nitrógeno amoniacal, especialmente al día 77 de almacenamiento del guano, lo que contribuyó a reducir las emisiones de este gas. Sin embargo, su incorporación en la dieta no tuvo un impacto claro en la estabilización temprana del guano de gallina ponedora”.
Con Distinción Máxima fue calificada Francisca Fuentes Gangas, quien recientemente se tituló como Ingeniera Agrónoma de nuestra Facultad.
Francisca, presentó su investigación denominada, “Toxicidad de insecticidas neurotóxicos en Apis mellifera y estrategias para su manejo racional”. El objetivo de su tesis fue analizar el efecto de los insecticidas en las abejas poniendo especial énfasis con las metodologías que se utilizan encontrándose que algunas de ellas sobredimensionan la concentración de insecticida con que el insecto está en contacto. La conclusión más importante es que los insecticidas de antigua data son por mucho los más tóxicos por lo que pronto debieran ser restringidos o por lo menos regulados de modo que no se puedan aplicar, por ejemplo, en periodos de floración.
La comisión examinadora estuvo integrada por los académicos: Dra. Pamela Williams, Dr. Erick Zagal y Dr. Neal Stolpe.
Sobre la investigación realizada por Francisca Fuentes, su profesor guía, Dr. Gonzalo Silva, manifestó que, “El 75% de los alimentos consumidos requieren en alguna etapa de la participación de las abejas por lo que de ser afectado este componente del agroecosistema todo el sistema pierde sustentabilidad y sobre todo productividad. Por tanto, se requiere de leyes y medidas de manejo y producción que protejan a las abejas”.
Con la asistencia de autoridades universitarias, académicos, estudiantes, familiares e invitados especiales, se desarrollaron recientemente las ceremonias de titulación y graduación en la Facultad de Agronomía UdeC, en los campus Concepción y Chillán.
El decano Guillermo Wells Moncada instó a los ahora profesionales a continuar capacitándose y perfeccionándose, considerando el complejo escenario que envuelve al mundo del agro. “La producción agroalimentaria mundial enfrenta incertidumbres y nuevos desafíos debido a diversos factores y que no tienen marcha atrás. El cambio climático, el crecimiento poblacional, los cambios en los hábitos de consumo de las personas, la degradación ambiental y agotamiento de los recursos naturales, los conflictos geopolíticos, la expansión de los territorios urbanos y la nueva ruralidad. Debemos hacer más con menos y en ello el rol de los ingenieros agrónomos e ingenieras agrónomas y de quienes formamos a estos profesionales es clave para liderar y gestionar la adaptación de los sistemas agroalimentarios”, puntualizó.
Por su parte, Ignacio González, quien se tituló como ingeniero agrónomo, en Agronomía-Chillán entregó un mensaje a nombre de sus compañeros y compañeras. “Es un día especial porque estamos recibiendo un cúmulo de diversas sensaciones, por un lado, cosechando el resultado de esfuerzos y sacrificios hechos con la obtención de grandes objetivos propuestos y además es el término de una etapa esencial de nuestro desarrollo personal. Con esta ceremonia marcamos el término de nuestra etapa universitaria, pero es el inicio de nuestra vida profesional que sin duda será exitosa, porque la UdeC ha cumplido un rol fundamental y la educación entregada ha sido integral”.
La ingeniera agrónoma Francisca Martin, titulada en Agronomía-Concepción, en nombre de sus compañeros(as) recordó: la dedicación y responsabilidad que significó su época como estudiantes, las anécdotas y el marcado compañerismo y amistad que se forjaron en esta etapa de sus estudios universitarios.
Cabe señalar que en Agronomía-Chillán fueron cuarenta titulados y ocho graduados, seis de los cuales son magíster en Ciencias Agronómicas y dos doctoras en Ciencias de la Agronomía. Mientras en Agronomía-Concepción se titularon trece nuevos(as) profesionales.
Con Distinción fue evaluada Valeria Soledad Gómez Díaz quien recientemente obtuvo el grado de Magíster en Ciencias Agronómicas que dicta la Facultad de Agronomía de nuestra Universidad.
Valeria, presentó su investigación denominada, “Efectividad del uso de una formulación anticongelante como herramienta para el control de heladas en cerezos”.
El objetivo de la tesis fue determinar la efectividad de una formulación anticongelante en base a PVA en el control del daño por heladas en yemas florales de cerezos en sus diferentes estados fenológicos, tanto bajo condiciones de campo como en condiciones controladas.
La comisión examinadora estuvo integrada por los académicos, Dr. Richard Bastías Ibarra (profesor guía), Dra. Saddys Rodríguez Llamazares profesora co-guía, Dr. Miguel Garriga Caraballo, comisión interna y la Dra. Marisol Vargas Concha, ministra de fe.
Su profesor guía Dr. Richard Bastías señaló que “Valeria Gómez realizó su investigación de Magíster en Ciencias Agronómicas en el marco de proyecto FONDEF N° ID16I20425 denominado ‘Desarrollo de una formulación en base a polímero biomimético para aminorar el daño por heladas en la fruticultura’ Segunda Etapa, ejecutado por el Centro de Investigación de Polímeros Avanzados y la Universidad de Concepción. En su investigación, Valeria logró identificar cómo las variables de fenología del cultivo frutal (cerezo en este caso) y condiciones de temperatura ambiental inciden en la efectividad del uso de la formulación de polímero estudiado en su investigación. Cabe destacar la participación en su comisión de la Dra. Saddys Rodríguez Llamazares, especialista en química, y al Dr. Miguel Garriga Caraballo, especialista en fisiología vegetal. Nuestras más sinceras felicitaciones a Valeria por este logro alcanzado”.
El académico y enólogo del Departamento de Producción Vegetal la Facultad de Agronomía, Dr. Ignacio Serra Stepke, tuvo una preponderante participación en la tercera versión del Concurso de Vino del Valle del Sol, en Quillón.
El experto quien ha estado presente en las tres versiones de esta actividad destacó que “este concurso ha ido creciendo, ya que, si bien comenzó con vinos solo del Valle del Itata, hoy participan de otros lugares como vinos del Valle de Malleco, de Llanquihue o del Valle Bio Bío, se ha ido centrando en lo que es el sur de Chile”.
El enólogo fue parte de un jurado internacional compuesto por especialistas del área provenientes de Europa y Latinoamérica, por lo que se refirió a lo trascendente de la labor de los jurados. “Uno va viendo la evolución de los vinos, por ejemplo, en el primer año hubo muchos vinos que presentaban defectos importantes y eran inmediatamente eliminados, y este año no hubo mucha eliminación, y esto en parte se debe al feedback que nosotros entregamos, destacando las cosas positivas y negativas de los vinos, eso lo anotamos y se lo entregamos a funcionarios municipales que son quienes trabajan directamente con los Prodesales y productores”, explicó el Dr. Ignacio Serra, al tiempo que agregó que “nosotros premiamos a los vinos que tienen un estilo que refleja lo que es la zona, que tengan identidad, en ese sentido, los vinos pueden recibir plata, oro o gran oro debido a su calidad sensorial, estilo y que definitivamente van por el buen camino”.
Debido a que esta es una actividad que ha ido cobrando fuerza y los productores de vino son quienes más valoran esta instancia, ya se prepara lo que será la cuarta versión el 2024.