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-A través de dos iniciativas desarrollas en conjunto con la CONADI del Ministerio de Desarrollo Social y Familia, se pretende establecer el potencial vinífero en 13 comunidades Mapuches, así como también el estudio de implementación de vides en algunos sectores de la zona.

 

Generar un polo de desarrollo productivo para comunidades y familias mapuches, en la Región de La Araucanía, es uno de los objetivos en los que se encuentra trabajando un equipo transversal de profesionales, liderados por investigadores de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Concepción.

La primera iniciativa se trata del estudio de establecimiento de vides (Vitis Vinífera) en comunidades y familias mapuches que han sido beneficiarias de la compra de tierras a través del artículo 20 de la Ley 19.253, financiado con fondos de la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI) por una suma de treinta millones de pesos. Este proyecto se ejecutó a principios del 2020 y tuvo un plazo de ejecución de siete meses.

“Fue un proyecto que desarrollamos en las comunas de Galvarino, Los Sauces y  Traiguén, donde hubo 13 participantes directos y más de 500 beneficiarios indirectos”, explicó el enólogo e investigador del Departamento de Producción Vegetal de la Facultad de Agronomía de la UdeC, Dr. Ignacio Serra Stepke, quien agregó que “formamos un grupo de personas que trabajamos en lo profesional y en lo social al mismo tiempo, ya que contamos con especialistas en suelos, un geólogo, un climatólogo, además de especialistas en viticultura y enología, así como también con articuladores y comunicadores sociales para poder llegar de manera eficaz a los beneficiarios, y que pudiesen aprovechar de dar un buen uso e innovar en las tierras que adquirieron”.

En este sentido, el Dr. Ignacio Serra señaló que si bien algunas familias ya producían hortalizas o cereales en sus tierras, se exploró en la producción de vides para producción de vinos. “Este proyecto buscaba estudiar el potencial vinífero de los predios que les han sido entregados a comunidades Mapuches y para ello teníamos que analizar cosas básicas como si contaban con luz eléctrica, si era monofásica o trifásica, si tenían acceso a agua para regar, además de los aspectos relacionados con un estudio de terroir (aspectos climáticos de suelo y geología) para ver la aptitud vitivinícola de los sectores mencionados”.

A partir de estos análisis se les diseñó un programa en términos económicos y un plan de desarrollo que apuntaba a generar una agricultura biodinámica, razón por la que nació una segunda etapa del proyecto, de implementación de viveros de vides, con un presupuesto del Fondo de Desarrollo Indígena, de casi noventa millones de pesos y que comenzó a ejecutarse a mediados de 2021.

“Lo que hemos comenzado a hacer es seleccionar a aquellas tierras o zonas que nosotros creemos que tienen el mayor potencial desde el punto de vista del terroir, identificado las características geológicas, de suelo y mesoclima de cada uno de los predios, y de la calidad de la uva para producir vino. Y hemos comenzado también a desarrollar algunas capacitaciones”, manifestó el Dr. Ignacio Serra.

Además, tal como señaló el académico, “las estacas de vid para los viveros las compramos en San Nicolás, en la viña Santa Berta, y las colocamos en un invernadero de aproximadamente 240 m2, y la idea es que este invernadero sirva para producir las plantas de vid. Haremos la plantación este invierno para que tengan sus viñedos, y este invernadero después quedará a disponibilidad de los beneficiarios para que continúen con este trabajo o por ejemplo implementen su propia producción y venta de hortalizas”, precisó el Dr. Serra, quien además sostuvo que las capacitaciones sobre vitivinicultura y enología a los beneficiarios ya ha comenzado a ejecutarse.

Se considera la construcción de 12 invernaderos modulares de estructura metálica, armados por los beneficiarios directos de las comunidades beneficiarias y la implementación de 12 viveros de aproximadamente 5.000 plantas cada uno, gestionado por los beneficiarios directos de las comunidades favorecidas. El plazo contemplado para desarrollar este segundo proyecto es de 10 meses, teniendo en cuenta siempre las condiciones y protocolos establecidos por la alerta sanitaria.

El equipo que lidera estas iniciativas está conformado por el Dr. Ignacio Serra, el enólogo Raúl Narváez, el facilitador intercultural Milton Almonacid y el articulador Eduardo Varela.

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